Reseña de la serie “After life”

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop

 

 

Un hombre ha perdido a la mujer de su vida. Quien lo hacía ser otro, ser él, no dos sino uno. La pareja que se vuelve cómplice, porque son amigos y amantes a la vez. Reír y bromear sobre las cosas simples que hay en la vida. Su única misión: sacarle carcajadas con la única finalidad de verla feliz, y así ser también feliz él.

Esta es la trama de la serie creada por el comediante inglés Ricky Gervais, “After Life, en la que el propio director es el protagonista quien da vida a Tony. Su mujer ha perdido la lucha contra el cáncer, y él, a su vez, comienza la historia perdiendo la lucha contra la vida. No quiere seguir más, se sumerge en una profunda depresión hasta casi tomar acciones que lo lleven al suicidio: para irse con ella, dejar la agonía lenta de sufrir su soledad, el vacío que dejó en su casa, en la cama, las risas que se perdieron y quedaron solamente grabadas en los videos de un pasado que ya no podrá volver a ser.

Tony no se suicida por la culpa que siente al pensar en el futuro de su perro. Es éste quien cada mañana lo obliga a levantarse de su cama a seguir su vida diaria, seguir adelante, como pueda, en la monotonía de los días, encontrar de nuevo la fuerza en la cotidianeidad de su vida. En un pueblo pequeño de Inglaterra, en donde nada pareciera suceder, es que sucede lo más profundo con que llega a conmovernos Gervais. Con el humor clásico de él, esa ironía y acidez que lo caracterizan, nos saca risas ante cualquier eventualidad y toda clase de ocurrencias originales (gracias a una excelente construcción de todos los personajes principales y secundarios que aparecen). Así es como el director logra hacernos pasar de las risas a la reflexión, y de vez en cuando, haciendo temblar nuestras fibras más sensibles sacando nuestras lágrimas.

Con After life podemos confirmar el talento insuperable de Ricky Gervais, como director, guionista y como actor. Sus historias son originales y con una gran narrativa. Agradecemos a esta serie que, aunque pudiera parecer que posee una premisa sencilla, logra adentrarse en nosotros para hacernos conmover con los vídeos que rebobina una y otra vez un hombre diferente al que aparece ahí, nos hace reflexionar con las bellas pláticas de Tony y Anne en el cementerio (hablando de los muertos con los vivos), reír con el cartero o con la prostituta o los colegas de trabajo de Tony que parecieran ser dementes todos con sus manías, trabajando en un periódico pequeño del pueblo en el que Tony y su amigo Lenny hacen entrevistas mediocres sobre la gente que vive en el pueblo e intenta dar a conocer sus historias, que aunque no sean nada del otro mundo, son suyas, como la de Tony y su esposa, como la de este hombre que se ha vuelto amargado con la vida, casi como resentido con quien sea que se le cruce enfrente, pero que a la vez va logrando avanzar cada día paso a paso para poder reencontrarse, reconciliarse con el dolor y la muerte, que a todos nos llega.

Esta es una serie sobre la muerte, el dolor de la pérdida, el duelo. Con humor existencialista y a veces nihilista conocemos una emoción que rodea no sólo a Tony, sino a la mayoría de los personajes que se nos muestran: la soledad. En sus diferentes formas, este sentimiento logra ser el eje de construcción de cada mini historia: lidiando con la muerte del ser amado, estando en pareja y siendo infeliz, buscando desesperadamente el amor que tarda en llegar, persiguiendo la fama, habitando en un asilo, haciendo falta en el lugar que debieran ocupar los amigos. El final de la serie es uno de los mejores que he visto en la televisión: todos los capítulos cortos de las tres temporadas que hay, para llegar a allí, a ese momento, en que logras entenderlo todo.