Reseña del libro “ABC de las microfábulas” de Luisa Valenzuela y Lorenzo Amengual

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop

 

 

Maravilloso y complejo libro que hace un trayecto por todas las letras del abecedario, exponiéndonos una fábula por cada una de ellas. Desde la A hasta la Z, casi en forma de bestiario, desfilan animales que se ven expuestos a una regla narrativa, en la que Luisa Valenzuela, escritora argentina, hace uso de toda su creatividad para escribir cada microfábula con palabras que, en bella cacofonía, se reitera la letra protagonista en la cual se detiene cada capítulo.

Publicado por Fondo de Cultura Económica, “ABC de las microfábulas” nos ofrece además hermosas ilustraciones a cargo de Lorenzo Amengual, representando los animales, objetos, y hasta ideas, que dan forma al mundo de cada letra. Las palabras y el dibujo hacen una grandiosa mancuerna, y el trabajo que pudiera parecer limitante y un gran desafío, termina siendo un resultado que coquetea con la fluidez de la inventiva y la consciencia. “Porque para eso sirven las constricciones…” asegura Luisa… “para encontrar una historia cerrada y coherente donde menos se piensa, para atar cabos insólitos y locos hasta llegar a conclusiones razonables”.

Un juego literario del que el lector también forma parte, pues pareciera que uno se adentra en un laberinto para revolver la imaginación, y con aquella mezcla, entrar en el camino de la mini ficción que nos hacen pensar, repensar, ir más allá, reír con las moralejas y aprender una que otra palabra nueva. Un libro que sin duda nos hará disfrutar, y que va para colección en el librero.

 

— M —

Mimi, majestuosa mariposa monarca muta su máscara mediante la meditación del Mahabarata. Menashki la misma en su monumental mausoleo de Madurai, la mece en sus manos. Mas el maldito Marte, molesto, maltrata malamente.

¡Maldición! La mariposa monarca merece mejores medidas. Su mutación mitológica es mágica, se mide en milenios, marcando los módulos del milagro.

Moraleja: Con o sin razón, siempre es un incordio meterse con dioses de distintas procedencias.