Reseña del libro “La hora gris” de Eduardo Otálora Marulanda

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop

No cabe duda de que la literatura colombiana es una reliquia que se ha ido construyendo con el paso de los años sin desgastarse ni bajar de peldaño. La imaginación y la poética nos traen historias con discursos que siempre pueden verse tanto político como románticos, sociales o que hablen desde la pura emoción; exploración de la naturaleza humana, desprendiendo todas sus capas, para dejar al desnudo las piedras y raíces, toda la tierra y el barro de donde hemos brotado.

Asó sucede con la novela futurista, post-apocalíptica, La hora gris, del autor bogotano Eduardo Otálora y ganadora del Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá 2019. La literatura latinoamericana explorando el género de ciencia ficción en uno de sus ejemplos mejor logrados, sólo así para mostrarnos, a través de mucho simbolismo y nuevas mitologías, un destino no tan lejano a partir de este punto de partida, en donde la destrucción final puede ser el paso siguiente a una epidemia o una guerra o el cambio ambiental. Un nuevo orden mundial, una restauración del planeta, eliminando de a poco al ser humano, principal actor de la catástrofe, que, a pesar de todo, intenta por sobrevivir, perdurar nuestra especie, a costa de lo que sea necesario.

Eduardo Otálora nos trae esta historia trágica y sobrecogedora, que no se puede leer de rápido por la fuerza que tiene. Uno debe parar, tomar aire, dejarla un rato y seguir después. El terror y la náusea vienen tras ser testigos de aquellas horas grises en un lapso de tiempo que, aunque no se dice, se supone corre alrededor de miles de años, para ver, palpar, oler la devastación y la muerte. La novela inicia al desatarse una epidemia a causa de la lluvia tóxica, contaminada, que de pronto cae de los cielos, haciendo que la gente enferme al extremo hasta morir. A partir de entonces leeremos el fin del mundo y del hombre pasando por las emociones e instintos más primarios del ser, tocando el horror y la tristeza, viendo la lucha y la supervivencia.

Dividida en tres capítulos se nos muestra el transcurso de esta catástrofe en tres tiempos muy distantes entre sí:

  1. La primera parte cuando estalla la epidemia y acompañamos a una familia que desciende de las montañas, recién contagiados, y entonces nuestro protagonista, el niño, va perdiendo a todos hasta quedar él sólo. Su misión: llegar a la torre en donde, les aseguran, se promete la protección ante lo que ocurre allá afuera en el mundo. La tragedia con las lágrimas, la tristeza, el calor que se vuelve frío, la soledad y el silencio envuelven cada palabra y línea de esta primera parte.
  2. La segunda parte son muchas décadas o cientos de años después, y nos presenta lo que sucede al interior de la torre a través de los ojos de una niña que, como los otros, sólo es un tornillo más. Un intento por una nueva estructura y orden social. La monstruosidad de la Gran Máquina, y cómo los supervivientes siguen siendo víctimas ahora de un terror que, por haber nacido dentro de él, ignoran como terror. Todos son parte de un sistema aniquilante, en donde se tiene que sufrir la tortura (emocional y física) para poder pertenecer a otra categoría y evitar ser sacrificados. A las mujeres se les viola, a los hombres de les tortura, los mutilan; la narración nos lleva hasta el extremo hasta tener ganas de querer vomitar. Quizá se trate también de un mensaje socio-político-económico, pues su lectura no dista mucho de la sociedad a la que hoy pertenecemos.
  3. Para la tercera parte todo ha terminado, salvo un niño y su abuelo: únicos sobrevivientes que restan en el mundo. A través de la plática y las memorias, observamos lo sucedido para llegar hasta allí, el extremo llevado al extremo, la lucha entre hombres para al final sobrevivir lo más que se pueda. El canibalismo y los nuevos mitos formados en ese mundo nuevo, de horas más grises, oscuras, encerrados en una cueva con paredes impregnadas de tenebrosidad y melancolía, esperando la última hora, el fin del final: el momento en que se los lleve el mar.

“La hora gris”, publicada ahora en México por Fondo de Cultura Mexicana, es quizá uno de los mejores aciertos del año. Hace mucho que no leía algo parecido, un libro que aterrara tanto hasta desear leer aunque sólo fuera un pequeño rasgo de esperanza. Una lectura para releerse una y otra vez, con grandes pasajes memorables, mucho simbolismo, metáforas, una narrativa extraordinariamente poética, pero en especial, que da lugar a una reflexión que todos debemos hacer como sociedad. Sea a través de la catástrofe ambiental, de las guerras, los modelos económicos, cualquier tipo de odio, de destrucción o de codicia, podemos estar muy cerca ya de llegar a nuestra propia “hora gris”.