Pet Sematary, Stephen King y el miedo a la muerte

 

Por Víctor Daniel López  < VDL >

Twitter @vicdanlop  

 

 

La cosa de la que menos sabe el hombre, que menos entiende, y, por lo tanto, a la que más teme, es la muerte. La propia muerte, y la de los demás: nuestros seres queridos, aquellos que amamos. Quién mejor para reflejar nuestros sentimientos hacia la sombra larga y eterna, que el propio Stephen King, el maestro moderno del terror, pero que más que ello, a mi parecer es el maestro de las emociones, pues siempre sabe cómo tocar las fibras más sensibles del lector, hundiéndote lo más profundo y destrozándote de a poco, para que sólo así logres recibir el mensaje que tiene para ti y entonces entiendas con sabiduría la enseñanza que quiere darte. Dicen que uno aprende mejor de las malas experiencias, y quizá por esta razón él escribe este tipo de historias terroríficas, extrañas, a veces enfermas. Para que aprendas, sólo eso, para que entiendas las cosas.

Pet Sematary” (Cementerio de animales), fue una de sus primeras obras, escrita en 1983. King relata la historia de una familia que recién llega a vivir al pueblo de Ludlow, a una casa que se ubica justo a un lado de la carretera principal. Louis, su esposa Rachel, y sus hijos Ellie y Gage, no saben del terror que les espera ahí, y poco a poco se van sumergiendo a la gravedad de él, como si una fuerza que resulta superior a los hombres dictaminara un destino fatal y oscuro, aprovechándose de la desgracia y de la pena que habita en los corazones de aquellos quienes sufren, y todo con el objetivo de poder encaminarlos hacia el mal, el verdadero mal. La muerte se ve presente en toda la novela, en la hermana de Rachel cuando murió de pequeña, en un paciente joven de Louis al que no pudo salvarle, en el cementerio de animales de Ludlow, donde se acostumbra a enterrar a las mascotas queridas. La familia Creed también tiene la suya propia, un gato llamado Church, que tanto ama Ellie, y que meses después es arrollado por un camión en la carretera. Pero Ellie es tan frágil, tan pequeña para saber de la muerte, que Louis haría todo por resarcir el daño. La solución le llega gracias a su vecino Jud y su historia sobre un cementerio indio, más allá del cementerio de animales, dentro de las profundidades del bosque y en donde los árboles, así como el viento, parecieran hablar en las noches más frías y oscuras. Más allá de los cuarenta y cinco escalones y de la barrera de troncos se encuentra aquel otro lugar extraño que en un pasado fue el propio cementerio de la tribu india de los micmacs, con sus secretos y sombras, la tierra diferente y murmullos que deambulan, así como el wendigo que custodia aquella zona, ese espíritu de la mitología algonquina, mitad bestia, mitad hombre, al que se le asocia con el canibalismo y suele llamar a los hombres para hacerlos perder dentro de los bosques. Es justo en ese lugar donde Louis descubre el enigma que pocos saben, y que, de ellos, nadie suele resistirse a ignorarlo, pues consiste en ser un lugar capaz de devolverle sus mascotas sepultadas a los dueños que se han quedado vacíos y tristes, algunos perdidos; la muerte, al ser enterrada, cobra vida de nuevo por la noche: mientras se levanta la niebla, escarban la tierra, y entre el musgo, la podredumbre y la sangre, vuelven a su hogar aquellos animales arrastrándose lento, solamente que sin ser los mismos de antes, medio muertos, medio idiotas, y a veces un poco agresivos. Louis y su vecino, por alguna extraña razón, sienten el impulso de enterrar al gato en ese lugar, y al final, Louis lo terminará aceptando cuando vea al gato de vuelta con vida, pues de esa manera evitará tener que contarle a su hija que había muerto, verla sumergirse frágilmente en la tristeza, así como tener la plática en la que debiera responder a todas sus dudas sobre lo que deja de ser, lo que ya no hay, o sobre lo que se pasa a ser allá, del otro lado, después. Evade acompañarla en su miedo, como también sacarle a su esposa los traumas que ha ido cargando, aunque tarde o temprano tendrá que enfrentar todo ello cuando una tragedia mayor suceda. ¿Y qué fue lo que le preguntó una noche a su vecino Jud acerca del cementerio? ¿Alguna vez se ha enterrado allí a una persona?” Y él había respondido con cierto nerviosismo que esa era una pregunta que ni siquiera estaba permitido formularse, que lo olvidara. Pero la muerte a veces es tan desgraciada, y el dolor por la ausencia, insano, tanto, que enferma, y a veces hasta enloquece. Hay hombres que no aceptan la muerte y entonces tratan de aferrarse al pasado, haciendo que las cosas vuelvan a uno de alguna forma u otra.

Stephen King escribió esta novela al inspirarse cuando vivía en una casa de alquiler cerca de la Universidad de Maine y en la que, frente a ella, cruzaba una carretera en donde constantemente se atropellaban animales, cosa que no hizo excepción con el gato de la hija de King. Fue entonces cuando el autor tuvo la primera plática con su hija sobre la muerte, en la que ella le hacía preguntas para poder entenderla y King trataba de responderlas lo mejor que podía, pues muchas de ellas, ni él, ni nosotros, ni nadie, tenemos las respuestas.

La novela también está inspirada en el cuento La pata del mono” de W. W. Jacobs, y es en cierta forma un homenaje a él. Una pareja obtiene una pata de mono que es capaz de concederles tres deseos. Utilizando el primero, piden una suma de dinero, y éste les llega, pero claro, con una consecuencia: la muerte de su hijo. El segundo deseo entonces lo ocupan para traerlo de vuelta, resucitarlo, tenerlo de nuevo con ellos, pero cuando por la noche escuchan llamar a su puerta, aquella esperanza nacida se torna en horror. ¿De verdad se puede evitar la muerte? ¿Es que sería mejor revivir a los muertos que seguimos amando? Quizá lo mejor sea resignarnos y aceptarla, llorar y sufrir, simplemente sentir, que precisamente para eso es que fuimos hechos los hombres.

Aquí pueden leer el cuento completo “La pata del mono” (sólo no lo hagan de noche… y solos):

https://bit.ly/2Ir1i4o

La novela «Pet Sematary» se encuentra publicada bajo el sello editorial DEBOLSILLO de Penguin Random House.