Por José Luis Ayala Ramírez

La historia de Alan Turing merece ser contada, un episodio necesario pero un tanto desconocido sobre la Segunda Guerra Mundial, del hombre que descifró los códigos secretos nazis y que fueron fundamentales en varios capítulos de la historia para la eventual derrota de Alemania, este es el argumento principal del que se desprende The imitation game.

Morten Tyldum narra de forma clasicista, de manera sencilla y formal la historia de Turing a través de tres lineas temporales que buscan retratar a tan complejo personaje, de ahi un merito del guión de Graham Moore que describe perfectamente las facetas más importantes de la vida del matemático, no se trata de un guion revolucionario ni memorable, pero si es perfecto en lo que propone y su dibujo del personaje principal, sus aristas, su evolución, esta maravillosamente trazado.

Y es en Benedict Cumberbatch donde el guion encuentra su mejor aliado, la interpretación del actor es completa en todos los sentidos, en su mirada,, sus gestos, sus ademanes, su voz, cuando expresa inteligencia, cuando expresa emoción, simplemente brillante durante todo el metraje liderando un casting donde todos cumplen con sus roles incluida una tierna Keira Knightley.

Tyldum atrapa desde el inicio en una historia que une temas bélicos, dramáticos, románticos y matemáticos de una forma muy peculiar, sobre todo en este último en el cual tiene que mostrar su mejor oficio de narrador para no dejar escapar al espectador entre tan extenso tema, de alguna forma mientras veía esta parte del filme pensaba que si Christopher Nolan dirigiera un filme más académico, en muchos aspectos se parecería a The imitation game.

A la realización le falta mayor potencia y una producción que evidentemente no alcanza la cumbre en ninguno de sus ramos, es conservadora en su puesta en escena pero más compleja en su trasfondo y su narración donde la historia ahi gana enteros, sin embargo esto funciona como arma de dos filos, si uno no conecta desde el inicio con la película, muy difícilmente lo hará después.

Nuevamente a resaltar el trabajo de Alexandre Desplat, esta vez más clásico pero como siempre guardando una calidad notoria en sus sinfonías que acompañan perfectamente las imágenes, otro punto más para el mejor compositor de la actualidad.

The imitation game se posiciona como un filme muy completo pero sin alguna aportación notoria dentro del séptimo arte, aun así resulta fascinante enterarse de la historia de Alan Turing, una historia que merece ser contada y que invita a la reflexión sobre el poder del secreto, tanto a nivel personal como en un contexto más universal e histórico que trasciende.