Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

El año pasado el filme The Witch se proyecto en el Festival de Cine Sundance llevándose muchos halagos y críticas positivas, además del premio a mejor director del certamen para el debutante Robert Eggers. Pues todas las expectativas han sido cumplidas, PELICULÓN, unas de las obras del terror más escalofriantes y mejor realizadas del nuevo milenio.

No hay mucho que saber de la trama antes de ponerse de frente a la pantalla, basta con saber que se trata sobre una familia cristiana que habita en un bosque en pleno siglo XVII, el resto ya vendrá solo, una historia que navega entre el terror psicológico y el melodrama familiar, me he acorado del mejor Shyalaman, de algunos momentos de Von Trier en Anticristo  e incluso de Bergman en su etapa más espeluznante, pienso en La hora del lobo por ejemplo.

Visualmente es un filme impecable, el trabajo de ambientación es sobresaliente, el diseño de sus decorados, la fotografía nublada perfecta para el tono que se requería, la utilización de la música y el sonido para crear terror; ojo, no gritos o saltos, esos los tiene cualquier película de terror, hablo de miedo de verdad, la atmosfera que crea Eggers te mantiene en tensión y es sobrecogedora la mayor parte del tiempo. Hay tres o cuatro momentos que pasaran a ser parte de la historia del género, escenas que se quedan grabadas en la pupila, fotogramas que pueden competir con lo mejor de El Resplandor o El exorcista.

El guion es para ir digiriéndolo poco a poco, es sumamente degustable, lo que es la bruja y lo que representa para el relato y sus personajes, la metáfora perfectamente construida a través de las acciones de los protagonistas, los cuales por cierto entregan interpretaciones espeluznantes, los desconocidos Anya Taylor –Joy y Harvey Scrimshaw a la cabeza.

The Witch es además de la mejor película de momento del 2016, un clásico instantáneo dentro del género de terror y pone de paso en el mapa a Robert Eggers, el cual nos puede dar muchas alegrías en el futuro.