Del catálogo de FilminLatino: Ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica

Por Carla de Pedro

Ladrón de bicicletas es un clásico del neorrealismo italiano, por lo que busca reflejar la realidad social que se vive en este país durante la época de la postguerra.

Aunque no se mencione directamente, los personajes de la película, al menos los adultos, han vivido ambas guerras mundiales, han perdido a sus padres, no sólo viven una crisis económica, sino que han perdido todo su mundo y deben reconstruirlo. Por otra parte, el hijo del protagonista, nació en medio de circunstancias críticas de pobreza, probablemente durante la segunda guerra.

Este país ha quedado devastado, pues toda su economía y fuerza de producción se invirtió en la guerra, no hay ningún tipo de servicio social que permita a sus pobladores salir adelante y las personas han debido armar sus vidas desde cero.

En este contexto, nos encontramos con Antonio, un padre de familia desempleado cuyo único deseo es conseguir un empleo para poder alimentar a su familia. No hablamos pues de un hombre con grandes ambiciones, no le importa la explotación laboral ni la falta de seguro médico, no le importa tener un trabajo acorde a su individualidad, lo único que pide es un trabajo, cualquiera, para no permanecer completamente excluido de la sociedad.

Porque sí: Antonio es un marginado, al igual que casi todos los italianos de esa época, y al igual que muchos Antonios que hoy en día merodean por las calles de esta ciudad de México con esperanza de encontrar un empleo cualquiera. Porque no tener lo mínimo, algo que no es acudir a la caridad, sino que se te permita salir adelante con tu fuerza de trabajo, es ser un marginado. No tener una casa propia, o un departamento chiquitito propio, ni posibilidades a futuro de tenerlo, es ser un marginado. No tener seguro médico y morir por no ser atendido, es ser un marginado. No tener contactos que te metan a trabajar al gobierno o a una empresa cualquiera, es ser un marginado. No tener un sistema de apoyo: llámese papá, herencia, “mientras lo logras, te pago la renta”, nada de eso, te vuelve un marginado. Tantas cosas de las que a veces no nos hacemos conscientes, nos convierten en marginados.

Por eso, cuando Antonio logra encontrar un empleo está tan feliz, aunque tenga que empeñar todas sus sábanas para desempeñar su bicicleta y poder así cumplir con ese empleo cuyo requisito tan sólo es ese: tener una bicicleta. Y está feliz aunque ese empleo sea pegar posters en las paredes, no diseñarlos, no redactarlos, no ser quien los ha mandado a hacer, no ser más que la colita de la producción del poster, ser algo así como volantero en una esquina, y, no obstante, eso es tan valioso porque significa tener empleo, no ser un marginado, poder dar de comer a su hijo. Y también es por eso que cuando le roban la bicicleta está tan triste, porque no tener una bicicleta significa de nuevo ser un marginado, no tener ni siquiera ese empleo tan malo.

El final de la película es el que genera el título de la misma, que en italiano se llama Ladri di biciclette, que significa ladrones de bicicletas, en plural, porque no hay un único ladrón de bicicletas: está el que le roba la bicicleta a Antonio y Antonio mismo cuando decide robar otra bicicleta para poder continuar con su empleo. En este momento, existe una comprensión del otro, de aquél que le arruinó la vida a Antonio.

Antonio no logra robarse nada, está a punto de ser denunciado y encarcelado, pero es perdonado cuando aquél a quien quería robarle se da cuenta de que el ladrón es tan sólo un padre de familia desesperado. Cuando el hijo de Antonio llega, le permite al afectado ver al ladrón como un ser humano. Así, del mismo modo, Antonio deberá perdonar a su agresor, porque probablemente, muy probablemente teniendo en cuenta el contexto, el ladrón es un pobre marginado como él.

Y entonces, ¿quién es el ladrón, un hombre malvado que le ha arruinado la vida a un pobre diablo o es tan sólo un pobre diablo como aquél, sin salida? Porque en un mundo así, todos son ladrones de bicicletas, todos somos ladrones de bicicletas, todos podemos llegar a serlo, cuando somos marginados, cuando llegamos al límite, cuando no tenemos otra salida.

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