«Rumbo errado»

 

Por Erick Gálvez Ayala 

Twitter: @Alcaceltser

 

 

La tranquilidad se enfrenta al deseo, a la idealización de lo desconocido, a los rumores de la minoría. Aquellos han recomendado venir, jugarse el pellejo, forzar la maquinaria, envalentar nuestra vida con un propósito de ponerla en riesgo. Fuimos testigos de mitos urbanos, de consejos impensables realizados por tipos fuera de la mirada, buscando tener a pesar de no ser, yendo a ciegas a un rumbo que debe ser mejor al que viven. Se escuchan historias fantásticas, se perciben aromas más amorosos de la realidad, se funden ideas para lograr el mismo objetivo, todos van hacia el mismo rumbo, esperanzados en que la historia les depare un desenlace distinto. Ahorran lo poco ganado, incluyen en las maletas el valor de luchar por vivir, la receta es sencilla, soportar los climas, el hambre, la sed, la indiferencia, todo para llegar al norte, a «el país de las oportunidades».

Vienen los que lo deseen, sin rango de edad, solo contemplan los pequeños sacrificios de unos meses, inquietud, miedo, sacrificio y cansancio. Muchos caerán en el trayecto, los olvidaran pronto porque sabían el riesgo que conlleva este sendero, parece que la vida no vale sin ese demonio disfrazado de verde, esa mercancía que nos propusieron indispensable para vivir, soñar a toda costa es la frase mas repetida, forjarse un futuro mientras arriesgas tener uno, Nada es seguro, solamente la intención inquebrantable, la utopía de convertir toda la adversidad en gloria, el sueño americano.

Ya estando en el lugar, buscan el contacto necesario, el costo tiene que negociarse si logran cruzar, hace tanto que no están en casa que la idea de retroceder es un disparate, fueron amigos o conocidos de toda la caravana, aunque ahora deben de cuidarse solos. El frente físico está lleno de tierra, de agua, camuflajearse sería lo mejor, es difícil ocupar un lugar dentro de algo que no tiene sitios específicos, la noche será la invitación para arriesgarlo todo, quizás puedan mirar a sus familiares por última vez, o mejor aún, comenzaran una nueva vida, sin tener algo seguro, pero no importa de dónde vienen no conocen esa palabra.

Hay un porcentaje alto de personas que han caído, la pólvora se ha esparcido por los alrededores, la furia de no dejar pasar a nadie con apariencia latina es implacable. Ellos son entrenados para matar, así como unos entrenan deportes, algunos otros entrenan dar en el blanco, como inmovilizar a un ser, y regresarlo a su tierra a cualquier precio. Se enfrenta la aspiración y la resignación, el poder y la debilidad, las leyes y las adversidades, unos son mandados por el ejército, mientras otros son obligados por no tener un lugar en su hogar.  Este momento se repite rutinariamente, deseos contra conciencia y aunque algunos lo consiguen, es ahí donde empieza la mayor incertidumbre, porque están a la vista de un monstruo que puede cambiarles la vida para bien y para mal, los billetes verdes seguro habrá, aunque no se sabe la encomienda que tendrán.

Al llegar serán personas disponibles para hacer el trabajo pesado, lo que no quieren hacer de aquel lado, tal vez consigan crecer económicamente, apoyar a los que tuvieron que esperar en casa, aquellos que verdaderamente les estiman, ellos deberán trabajar toda su vida de sol a sol, en condiciones de riesgo, tendrán un nombre anónimo o en el mejor de los casos se nacionalizaran teniendo una mejor vida, comenzando de cero, con la alerta siempre viviendo al límite.

Nadie puede juzgarles por buscar algo más de lo que tienen, sobre todo cuando lo que les pertenece es poco más que nada. Aunque pareciera que la vida debería tener más valor, ellos se juegan el pellejo las veces necesarias, tal vez en la actualidad vale más vivir bien que tener tranquilidad, o peor aún vale más unos billetes que nuestra propia familia.

 

Todo es un error, o quizá es peor de lo que parece….

 

«Un sueño un pasaporte…. como las aves, buscamos el norte» Jorge Drexler