Reseña de Blonde de Andrew Dominik

 

Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

 

Desde que se anunció Blonde hace ya más de una década le fui siguiendo la pista, Naomi Watts iba a ser la protagonista y Andrew Dominik ya era el director del proyecto, declarando en su momento que iba a ser la visión de “un cuento de hadas ambientado en Hollywood”. Y ahí quedo en el cajón durante varios años hasta que finalmente se retomó la producción, el cineasta australiano seguía a cargo pero esta vez la encargada de dar vida a Marylin Monroe sería la cubana española Ana de Armas lo que no hizo más que generar comentarios polémicos de todo tipo.

Llegado el estreno de Blonde lo menos polémico ha sido la elección de Ana de Armas. Estamos ante un filme kamikaze, una propuesta que dista mucho de ser convencional, por el contrario Dominik entrega una visión atrevida, sucia y provocativa sobre la oscuridad en la vida de Norma Jeane así como su descenso a los infiernos en un Hollywood dominado por la sexualidad, el machismo y la idolatría. Así a través de una serie de episodios que marcaron la vida de la icónica actriz,  Blonde nos va adentrando en ese mundo lúgubre de apariencias mediante escenas que no se miden en sutileza y donde el director se vale de todo artificio de puesta en escena para crear un filme muy salvaje visualmente pero que también es poco coherente en su misma propuesta, alternando secuencias en blanco y negro y a color sin aparente conexión, sacando de la manga alguna pirueta técnica sin venir al caso, o simplemente reiterando una y otra vez la crueldad a la que era sometida Norma, en una clara intención de incomodar por parte de Dominik pero no siempre con los mejores resultados.

En sus mejores momentos Blonde no solamente raya la excelencia sino que además es muy audaz y muy sucia, lo que deja un dolor de cuerpo ante la fuerza de sus imágenes que en más de una escena puede recordar al cine de Leos Carax con algún detalle lynchiniano sobre todo en su retrato esquizofrénico, pero dada su propia naturaleza es también un filme imperfecto, sin embargo cuando parece navegar sin un rumbo claro siempre está  el recital interpretativo de Ana de Armas para salvarla, ella es Marylin evocando esa sonrisa fingida tras la que se esconde la actriz, pero también es Norma en su mirada perdida y donde la desesperanza aguarda en cada instante, un performance más allá del bien y del mal que merece todos los reconocimientos del mundo.

Ya para finalizar es justo dedicar un espacio al envolvente trabajo de Nick Cave y Warren Ellis que componen una banda sonora minimalista pero poderosa, acompañando siempre a la atmosfera de la historia convirtiéndose en una especie de penumbra que emerge del sonido acechando a la protagonista en cada instante.